Casi exactamente dos años después de su primera visita a Buenos Aires, la banda de Agoura Hills llegaba nuevamente a tierras porteñas, esta vez para presentar su quinto disco - el a mi juicio algo flojo - Living Things.
Foto cortesía: Beto Landoni (www.clarin.com) |
A la hora señalada y con un arranque colmado de efectos sonoros y visuales, Linkin Park inició la velada con las guitarras grandes de "A Place For My Head" con los vocales rapeados de Mike Shinoda y las voces entre melódicas y guturales de Chester Bennington. El viaje comenzaba con ese viejo tema de Hybrid Theory de 2000 para sin tregua alguna dar paso a "Given Up" de Minutes To Midnight.
Habían transcurrido dos canciones y en medio de la tercera, cuando disfrutábamos de "New divide" -su contribución para al soundtrack de Transformers: Revenge of the Fallen- el sexteto paró abruptamente la música y mientras algunos pensábamos que podría tratarse de un problema de sonido, Bennington, enérgico y hasta "dominante", pidió que den algo de espacio adelante para ayudar a unas personas atrapadas en las primeras filas. La banda no volvió a tocar hasta recibir el "ok" de la gente de ese rincón. El propio cantante se encargó del contacto visual con ellos, en un punto alto para un grupo preocupado por sus seguidores. En lugar de continuar con la canción interrumpida, la banda se fue a "With You" la segunda visita a territorio de su disco debut.
Un estallido de emoción llegó junto a "Somewhere I Belong" ese tema que introdujo Meteora allá por 2003 y que casi 10 años más tarde sigue sonando actual y sincero. Ese "I want to heal, I want to feel,
what I thought was never real" se sintió en todo el estadio y al finalizar, la voz líder dijo que el público más "loco" para el que habían tocado alguna vez era el noruego pero que se quedaba pequeño al lado de esos miles ahí presentes; una banda más que se da cuenta del alto público argentino.
Dos temas seguidos de Living Things llegaron a continuación, "In My Remains" y "Victimized", con Shinoda preguntando cuántos habían comprado el reciente disco de la banda (sé que aún es pronto para decirlo y que son otros tiempos, pero es el trabajo con menores ventas para los californianos).
Foto cortesía: Daniel Agnese (Acá Pasan Cosas) |
Las dos canciones que hablan de "finales" dieron paso a un instante muy U2esco que bien podría haber culminado con esos oooh, oooh, oooh de "Without or Without You" sin que a nadie le parezca extraño. Una intro de piano con una solitaria luz iluminando a Shinoda representaba en sonido unas dulces notas que se vieron, de a poco, invadidas por la voz de Bennington para entonar "Leave Out All The Rest" una de las baladas de Minutes To Midnight, enganchando menos de dos minutos después con "Shadow of the Day" de ese mismo trabajo y culminando en un fundido perfecto con "Iridescent", otro de los exitosos singles de A Thousand Suns.
Esos cinco minutos - íntimos, memorables y dignos de atesorar en un eterno cofre - permitieron la llegada de "The Catalyst" poniendo de manifiesto, una vez más, que Linkin Park es una banda que se mueve con la mayor naturalidad entre el rock y los sonidos electrónicos y que su música lleva un sello propio. Todo suena en su lugar, nada está forzado. La hora clavada tuvo a "Lost in the Echo", segundo promocional de Living Things, con los más fanáticos cantando el estribillo mientras que el resto de la audiencia unió sus voces en "Numb" aquel gran hit de 2003 del bien logrado Meteora.
Un par de golpes seguidos arribaron con "What I've Done" de 2007 y la reciente "Burn it Down" que pese a no tener mucho tiempo en el mercado fue cantada por gran parte de los fanáticos en el lugar. De inmediato, llegó el momento más alto de la noche, con "In The End". Las miles de personas se afinaron en una sola voz para acompañar a Chester y los suyos. Ante nuestros ojos, oídos y demás sentidos, estaba uno de los mayores himnos de la decada pasada. Esa canción que quizá cualquier hijo de vecino conoce pero que pocas personas la sienten como lo hicimos esas 15.000 Almas en Geba.
Cuando las mareas calmaron y los dedos y puños en alto cedieron tras la euforia del tema anterior, "Bleed it out" sirvió para cerrar ese set con el reloj marcando la hora y cuarto. El enérgico tema del gran Minutes to Midnight se transformó casi sin dar tiempo en "Sabotage" de los Beastie Boys con la banda haciendo suya aquella canción de 1994 que bien podría sonar hasta compuesta por ellos.
Los seis miembros dejaron sus lugares y una espera de casi diez minutos dio paso a "Faint" tras el interludio "Tinfoil". No hacía falta esa canción para animarse a decir que Shinoda es el mejor rapero en una banda de rock y que su talento no solo radica en sus rimas y flows, también lo hace en los instrumentos que interpreta y en el liderazgo que ejerce en el grupo. Bennington, por su parte, es uno de los mejores cantantes de su generación - fácil en el top 5 - y su versatilidad es envidiable.
Un nuevo medley, esta vez de "Lying From You" y "Papercut" sirvió como número(s) siguiente. Luego, Shinoda, tomó el micrófono y tras agradecer al público por estar ahí, enfatizó que esa sería la última canción de la noche. La elegida, fue la responsable de haber iniciado todo allá por el año 2000. Esa canción con un videoclip que presentaba una especie de versión "juvenil" de Korn y que trajo un aire fresco al nu metal: "One step closer".
Fueron 90 mins de intensidad y emotividad puras. Un show corto para una banda con cinco discos y más de una veintena de hits. Canciones como "Runaway" y "Crawling" podrían haber servido para redondear el recital a las dos horas.
Por:
Pato Peters
Gran reseña del concierto , estuvo genial la pase super bien INOLVIDABLE!
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